Himno musical | El Modelo ejemplar de la Pureza y Castidad
Un Lamento Místico de Devoción a Fátima
Oh, Fátima, luz que ilumina los corazones sumidos en la oscuridad de este mundo efímero, ¿cómo podría un alma cansada y sedienta como la mía, encontrar descanso en este mar de pruebas, si no es bajo la sombra de tu manto de pureza? Como el sol que se oculta detrás de las nubes, tu nombre brilla más allá de la vida y la muerte. Eres la esperanza de los desesperados, el faro en la tormenta, la promesa de redención para aquellos que caminan en la senda de la fe.
Tú, Fátima, hija del Profeta, símbolo eterno de sacrificio y amor puro, ¿cómo puedo comprender la magnitud de tu dolor? Cómo el alma humana puede siquiera intentar captar la profundidad de tus lágrimas, que fueron vertidas por el sufrimiento del corazón de un padre, el corazón del más amado entre los hombres. En tu dolor, madre de todos los creyentes, se funden todas las tristezas del mundo, pero también, en tus lágrimas, fluye la luz que guía a los perdidos.
Es tu nombre, Fátima, el que mis labios no pueden dejar de pronunciar, como si al mencionarlo, pudiera mi alma acercarse más al abrazo del cielo. Eres la estrella que nunca se apaga, el faro en medio de la noche oscura. Como el velo que cubre tu sagrada cabeza, tu presencia es la prenda de honor que me envuelve y me cubre del frío del mundo material. Soy solo polvo en el sendero que trazaste, pero en ese polvo se encuentran los ecos de tu luz.
Ay, Fátima, no tengo nada más que ofrecerte que mi amor y mi devoción, mi alma rota y mi corazón herido. En la oscuridad de la noche, cuando la desesperanza me consume, es tu nombre el que trae consuelo a mi ser, y en la agitación del alma, es tu recuerdo el que calma mis miedos. En tus palabras encuentro la paz que este mundo nunca podrá darme.
Mi alma, sedienta de la verdad, busca la guía en tus huellas, y mis ojos, al borde de las lágrimas, solo desean ver el resplandor de tu luz una vez más. Eres el modelo de la pureza, la que no necesita adornos ni riquezas, pues tu nobleza es mayor que cualquier joya. El silencio que guardas es más elocuente que todas las palabras, y tu sacrificio, más grande que toda la gloria de este mundo.
Ay, Fátima, madre de los mártires, el llanto de los huérfanos es tu lamento eterno, y la esperanza de los justos es tu legado. Con cada paso que doy, siento que mi corazón se acerca más a ti, y con cada respiración, más profundo es el amor que siento por ti.
Y, sin embargo, la tristeza me ahoga, porque sé que solo en el día de tu retorno, cuando el sol de la verdad brille junto a la luna de la justicia, todo este sufrimiento encontrará su final. Pero hasta ese momento, Fátima, mi alma se perderá en el lamento por tu ausencia, esperando con ansias el día en que tu luz alumbre nuevamente nuestros corazones atraves de la aparición de tu hijo imam Mahdi (P)
Que mi alma sea un reflejo de tu pureza, y que mi vida sea una ofrenda a tu amor eterno. Porque, Fátima, aunque el dolor sea grande y la oscuridad nos rodee, en tu nombre encontramos la fuerza para continuar. Y mientras la esperanza arda en mi corazón, viviré para seguir el camino que trazaste, esperando, con lágrimas en los ojos, el regreso de tu hijo, el salvador de la humanidad.
Oh Fátima, madre de la luz y del sacrificio, que tu manto nos cubra siempre.